La barbarie de la eutanasia
Mi padre tenía 84 años cuando una grave caída le dejó tetrapléjico. Conservó intacta su extraordinaria capacidad intelectual sufriendo una parálisis irreversible de cuello para abajo que sólo le permitía mover un poco la cabeza, situación agravada por la progresión de una ceguera que terminó siendo casi completa. En los siguientes cuatro años, tetrapléjico y …